¿Qué vamos a elegir el próximo 7 de junio?
Contrario a las teorías políticas, la experiencia en
México nos muestra que, en estos
comicios, solo se va a avalar el acceso al poder político y a los recursos
públicos federales, estatales y municipales
a poco más de 2000 personas , entre estos a nueve gobernadores, 500 diputados federales, 639 diputados
estatales y unos 900 alcaldes en 17
estados.
Según la teoría los nuevos representantes populares
elegidos deberían atender a los ciudadanos que los eligen, sin embargo, en la práctica estas poco más de dos mil personas que resulten electos ocuparán los
cargos y sobre todo para ganar los altos salarios de los actuales funcionarios
y la abrumadora mayoría se encargarán de engrosar sus bienes personales, de
darse un nivel de vida muy superior al ciudadano común, harán negocios con su
puesto político, incorporarán a las nóminas a sus familiares, usarán el presupuesto y los bienes públicos
en su beneficio y para favorecer a sus amigos y cómplices. Algunos de ellos
devolverán los favores a quienes les financiaron sus campañas
mediante contratos, puestos
públicos, y varios serán representantes del crimen organizado. Esta es la
experiencia en México.
A ninguno de ellos le interesa que la sociedad
mexicana financie a los partidos y sus campañas con recursos tributarios de toda la nación por unos 18,500 millones de pesos, además
de las aportaciones lícitas e ilícitas que
los partidos y candidatos obtienen de otras fuentes privadas, entre
estas de personas o de grupos, así como de grandes y medianas empresas, las
cuales ven estos respaldos como una inversión a futuro.
En respuesta a la pregunta ¿Qué vamos a elegir?
Queda claro que se va a elegir a una parte de las camarillas de políticos que, en su mayoría,
ven en el poder un mecanismo para enriquecerse y beneficiar a sus familiares, a sus amigos y cómplices, independiente de la filiación política que
asuman.
Esto es un resultado de una profunda crisis de los
partidos que, con tal de ganar unos votos abren las puertas a cualquier persona
sin escrúpulos o con pasados delictivos y antidemocráticos. Este es un
espectáculo cada vez más común en las últimas tres décadas donde vemos a políticos saltar
indistintamente del PRI al PAN y al PRD
entre ellos e incluso a otros partidos minoritarios.
Una tímida respuesta a este sistema corrupto y de
repudio a esas prácticas de los partidos
existentes es a través de la anulación consciente del voto en las próximas
elecciones.